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Boomers caducos: a morir se ha dicho

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Boomers caducos: a morir se ha dicho

 

La verdad sea dicha, si estás en prepa o universidad, es posible que la mayor parte del tiempo tengas como modelo a seguir, no a tu padre, o al alguien mayor a quien admires (James Bond, Pancho Villa), sino a tus parkureros, youtuberos, tiktokeros, microfoneros, o futboleros favoritos —con quienes no tendrás, o no creerás tener,  mucha diferencia de edades (tipo Elon Musk)—. Y no hablemos ya de tus profesores; más irrelevancia ya no es posible encontrar reunida en un solo organismo viviente, pensarás…

La razón de lo anterior es fácil de comprender: las redes sociales liberalizan y planetarizan todas nuestras opciones, percepciones y ambiciones, que no serán ya las del lugar geográfico donde vivimos y nos desplazamos. El mundo desde que naciste, ha estado cambiando tan honda y vertiginosamente que parece natural el condenar como fea basura caduca cualquier cosa que pueda salir de la boca del primer boomer que tengas cerca —o para acabar pronto— de la boca de todo aquel que tenga la vergüenza de haber nacido varios años antes que tú.

El asunto relevante para ti, si has llegado hasta este punto del mensaje sin empezar a esfumarte, es que, pensando de este modo, te auto colocas en un campo minado —sí, como en las guerras— en el que hay básicamente dos tipos de minas: las que ves y las que no ves; las que están al descubierto y puedes ver con los ojos, y las que están enterradas y solo puedes ubicar pensando con el intelecto, o bien pisándolas y explotando en pedazos por primera y última vez en tu vida, desgraciadamente.

Entre las minas que son fáciles de ver están: aventar debajo del autobús a tus mayores es bad karma, simple y sencillamente: what goes around comes around. Segundo, así como este año cumples años, y el siguiente también ¿adivina qué? pronto tú serás el despreciable boomer de alguien más, si no es que ya lo estas siendo en este mismo instante (rayos — lo sé— la vida no es justa).

Pensemos ahora en algunas minas que están enterradas y que solo pensando, evitamos pisar:

Primera mina enterrada: dado que pronto tú mismo serás un boomer y que despreciar hoy a otro boomer es, para efectos prácticos, despreciarte a ti mismo —cuánta falta de amor propio—, no podemos decir que tengamos una receta para construir una sociedad en la cual tu quieras/puedas vivir. Escapar del país no es opción, ya que lo mismo pasa en todas partes. Sorry dude, sorry boomer.

Vayamos a una segunda mina enterrada: todo éxito en la vida parte de sus propias circunstancias. El éxito de persona X, se obtuvo a partir de las circunstancias de persona X. Decididamente el éxito de X no se obtuvo con las circunstancias de M. No te estés equivocando. La persona que mejor conoce sus circunstancias eres tú mismo, y sólo a partir de ahí es que puedes tú construir tu propio proyecto de vida. Vale la pena compararse con otros mientras sus circunstancias no difieran demasiado de las nuestras. Justin Bieber debe su audiencia mundial, entre otras cosas, a que canta en inglés, mal harías en aspirar a reemplazarlo habiendo nacido a orillas de Querétaro, hablando un mal español, no digamos cantar en inglés. Si tienes limón haz limonada.

La tercera mina enterrada es quizás la peor de todas. Se adhiere ideológicamente al cráneo del ahogado cual ladilla, y si eres uno de los desafortunados en contraerla, te hará desperdiciar los mejores años de tu vida en los arrabales de una insignificancia hueca y falsa.

Ejemplifiquémosla: últimamente me he encontrado con varios músicos en edad universitaria, buenos en su instrumento, pero que acaban contrayendo matrimonio con la misma estupidez ideológica, a saber: “no toco covers, odio los covers de canciones”. Traducción: no hay música hecha en el pasado que esté yo dispuesto a apreciar demasiado. Ven la música como un proyecto posmoderno cuyo lema es “borrón y cuenta nueva” de lo que ellos identifican más o menos como “el patriarcado musical a erradicar”. Nunca he escuchado música más plana, insípida, monótona, y aburrida que la de estos desafortunados. Odian y repudian todo antecedente cultural local o internacional; lo hacen por razones ideológicas que no hay espacio para comentar aquí. Por ahora quédate con esta sola idea: entre más revolucionario o “disruptivo” sea lo que tengas entre manos, solo los que saben escoger sus lecciones de las personas y productos del pasado, imitándolos un poco primero, superándolos después, son capaces de genuina originalidad e innovación, sea esta cultural, tecnológica, empresarial, o de cualquier otro tipo, suerte. 2022/V/01

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