Vasos de laboratorio. Foto: Pexels
Nayla Berice Muñoz Euán sabe lo que es dudar de sí misma. Entiende cómo es sentirse insuficiente y preguntarse una y otra vez si lo que haces vale la pena, si postularse a un premio tiene sentido, si alguien más va a valorar tu trabajo. Por eso ella además de hablar como investigadora, también lo hace como universitaria que un día pensó que no iba a ser capaz.
Nació en Mérida, Yucatán, pero parte de su vida la ha pasado en Cancún y ahora en Baja California, donde actualmente está haciendo su doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo en la Universidad Autónoma de Baja California. Su proyecto se enfoca en hidroponía, producción urbana sostenible y empoderamiento social. Lo que busca no solo es producir alimentos, sino generar comunidad.
Este 2025 Nayla se convirtió en una de las 25 mujeres universitarias premiadas por 3M Latinoamérica por su trabajo en ciencia. La convocatoria recibió más de 500 postulaciones de toda la región, y una de las cosas que más la marcó fue que, al preparar su discurso, tuvo que mirar hacia atrás.
“Como mujeres tenemos mucho miedo de postularnos, porque creemos que nuestro trabajo no es suficiente y que solo vamos a perder el tiempo. Pero cuando te detienes a ver todo lo que has hecho, te das cuenta de que sí has logrado bastante. A veces ni siquiera nosotras mismas nos valoramos”, dice.
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La trayectoria y trabajo de Nayla, aún siendo universitaria, ya fue reconocido pero sabe que sus logros vienen acompañados de noches de desvelos, sí de esfuerzos y sacrificios, pero también de alegrías, momentos de dicha y pequeñas victorias que la han hecho más fuerte, expresa nostálgica, sin saber que su historia puede inspirar a otros estudiantes que se han sentido como ella.
La joven reconoce que ha sido sostenida por su familia, amistades, docentes, colegas, y hasta por sus mascotas, que creyeron en ella incluso cuando ella dudaba. Narra que llegar hasta el doctorado, el máximo grado de estudios, fue gracias al empuje de su madre y que para ello tuvo que hacer de todo, hasta vender dulces.
Hoy, Nayla también acompaña a otras mujeres. Ha tomado cursos sobre empoderamiento, cree en el poder de la tecnología para acceder a conocimiento, y en la importancia de hablar de lo que sí podemos controlar. “Tal vez no lo hagamos al ritmo que queremos, pero siempre hay opciones. Podemos hacerlo. Y entre nosotras podemos ayudarnos a ver que sí hemos logrado cosas, que no estamos solas, que todo va a estar bien”.
Cuando una avanza, avanzamos todas, repite convencida. Y por eso, su historia no es solo sobre un premio, es una invitación para que otras universitarias se animen a postularse, a contar su historia, a ver que su camino puede ser de éxito.
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“Este reconocimiento no es solo un aplauso al presente, sino un homenaje a todas las mujeres que nos abrieron el camino, a las que desde el anonimato o el olvido hicieron posible que hoy seamos escuchadas, visibilizadas y reconocidas”, expresa.
Nayla y otras 24 universitarias se aventuraron y mostraron al mundo sus proyectos, sus ideas y su voz con la que están transformando su entorno. La joven yucateca es contundente cuando le habla a las generaciones más jóvenes: “A ellas les decimos: sí se puede. Estamos acá”.
Autora: Ammy Ravelo.
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