Nuestra elección
El voto joven puede inclinar por completo la balanza hacia un lado o hacia el otro. Lo interesante es que además de ser el grupo más grande, es también el más impredecible
Foto: especialDimensionar el tamaño de nuestra democracia es muy complicado. Desde su funcionamiento hasta la inversión que requiere, los números son enormes y muchas veces sorprendentes. Si les prestamos atención, podemos ver una realidad mucho más rica e interesante de lo que va a suceder este año en las elecciones.
Casi cada día, el Instituto Nacional Electoral actualiza en su sitio oficial los datos sobre la lista nominal de electores y el padrón electoral. Al momento de escribir esto, la última actualización fue el 29 de febrero de este año. Aproximadamente 100 millones de personas forman parte de nuestro padrón electoral (100,164,917 para ser exactos). De su composición, podemos sacar conclusiones importantes:
- Del padrón electoral, 52% son mujeres y 48% son hombres. Hay un total de 105 personas registradas como no binarios.
- Los mayores de 65 años son el grupo de edad con más personas registradas, 12.85 millones para ser exactos. En segundo lugar, se encuentran los de 20 a 24 años con 11.39 millones. Muy atrás están los de 18 y 19 años (con 1.98 millones y 2.14 millones respectivamente).
- Casi un millón y medio están registrados para votar en el extranjero. A veces olvidamos la importancia que tiene este grupo, pero suman más que los registrados en Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Colima, Durango, Nayarit, Quintana Roo, Tlaxcala y Zacatecas. El 97.25% de los votantes extranjeros viven en Estados Unidos.
- El Estado de México tiene el mayor número de votantes: 13.06 millones. Le sigue CDMX con 7.96 millones.
Por supuesto que estos números solo reflejan quien está inscrito al padrón electoral. No quiénes de hecho van a ejercer su derecho al voto. El resultado de la elección depende, por completo de quién decida tomar las urnas el 2 de junio. Con esto en mente, el voto joven es particularmente importante.
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Como pocas veces antes, la elección está en manos de la juventud mexicana. Juntos, las personas menores a los 25 años (que en su mayoría no votaron en 2018), son muchos más que los mayores a 65 años. El voto joven puede inclinar por completo la balanza hacia un lado o hacia el otro. Lo interesante es que además de ser el grupo más grande, es también el más impredecible: el país no los ha visto votar antes. Nadie sabe a ciencia cierta por quién van a votar los jóvenes, pero es indudable la importancia de que lo hagan.
Este año el papel de las escuelas, universidades y organizaciones juveniles es indudablemente central en el futuro de nuestro país. Aquellas instituciones que tienen contacto diario con aquellos que van a determinar nuestro rumbo tienen la oportunidad de acercarlos a tomar una decisión madura e informada. No es poca cosa y minimizarla es un error. En los espacios que comparten nuestros jóvenes, en sus aulas y eventos, en sus actividades diarias y en las pláticas que puedan parecer parte de la rutina diaria se está gestando una decisión de proporciones inmensas. Y la pregunta más importante deja de ser por quién van a votar los jóvenes y se convierte en: ¿Cómo hacemos que voten los jóvenes?
Me da la impresión de que la decisión de votar o no votar contesta de fondo una pregunta clave: ¿Vamos (me incluyo, tal vez injustamente, a mis ya 26 años) a dejar que esta elección la protagonicen las mismas personas que, con su mal voto, han tenido a México en el limbo económico y democrático de los últimos 65 años? ¿O vamos a tomarla en nuestras manos? Tenemos la oportunidad de demostrarle a la clase política de nuestro país que el voto joven es tan valioso que ya no lo pueden ignorar y le tienen que responder con resultados.
En esta elección ya no queremos estar al margen. Ya no queremos estar fuera. Esta elección nos toca, es nuestra, si decidimos tomarla.
Referencia: Estadísticas Lista Nominal y Padrón Electoral – Instituto Nacional Electoral (ine.mx)
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