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¿Clases online ahorran energía?

Clases online ahorran energía

Ilustración: Dante de la Vega

La emergencia sanitaria obligó a las universidades y demás instituciones educativas a cerrar sus campus físicos  durante 2020 y buena parte de 2021. En ese periodo, la educación en línea tuvo su auge. Hoy en día, aunque las clases regresaron a las aulas, la enseñanza remota  se ha convertido en un gran complemento para el aprendizaje.

La eficiencia que demostró la educación online ha dado pie a nuevas preguntas sobre su viabilidad y conveniencia a largo plazo. Una de las más repetidas es: ¿pueden las clases online ser un aliado del medio ambiente?

Al respecto, en una investigación que realizó la Universidad de Georgia se señala que por cada 100 estudiantes que no se transportaron a la escuela  se lograron reducir, por semestre, 10 toneladas de CO2 (dióxido de carbono), tan solo en los Estados Unidos.

Asimismo, gracias a un estudio del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo se reveló  que aquellas personas que estudian en modalidad virtual tuvieron un 90% menos de emisiones de CO2, en comparación con las generadas cuando acuden a clases presencialmente. Lo anterior gracias a que en ese proceso se dejaron de utilizar muchos automóviles.

Ilustración: Dante de la Vega

Nuestros hábitos digitales, un tema de crisis ambiental

Nuestra vida es cada vez más digital. Si bien es cierto que con la pandemia las universidades ahorraron energía, también es una realidad que, en las casas, las cuentas de luz se incrementaron. En general, en menos de una década, los usuarios que se conectan a internet han crecido en más de mil millones de personas. Y esto sigue en aumento.

Para algunos especialistas, esta transición al mundo digital, si no se hace de manera sostenible, provocará pocos beneficios a las sociedades y la crisis ambiental se agravará.

Mientras que para la consultora ClimateCare, nuestros hábitos digitales suponen el 3.7% de las emisiones globales de los gases de efecto invernadero y se prevé que en 2025 sean el doble.

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Para ponerlo en perspectiva, la cantidad de energía que utilizamos en el mundo online de manera colectiva emite el equivalente al total de gases de efecto invernadero generado  por  la industria aérea mundial.

¿Las clases online contribuyeron a mejorar el medio ambiente?

Alejandra Botello Pozos, profesora de la Escuela Bancaria Comercial Campus Mérida, subrayó que, de acuerdo con información oficial de la ONU, el que las personas se hayan quedado en casa durante la pandemia redundó en una reducción del 50% en la contaminación ambiental prevista para ese periodo.

“Ese es un dato muy avasallador. Cuando hablamos de la reducción del impacto ambiental, probablemente no lo consideramos de manera muy tangible. Pero, en términos reales,  descendió el uso de los automóviles. Eso redujo el consumo de combustible y también disminuyó las emisiones de CO2 (dióxido de carbono)”,  señaló la especialista de la EBC.

Asimismo, detalló que disminuyó el 60% del uso del papel que se produce en la industria editorial y escolar, sobre todo en cuadernos y libros. “Muchos de los estudiantes migraron a tomar apuntes de manera digital. Eso mismo ayudó a evitar la deforestación de los bosques”, dijo Botello Pozos.

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Lo sucedido también nos da pauta para  pensar en el medio ambiente y, sobre todo, en la recolección de basura. Por ejemplo, se deben replantear las metas en cuanto a producción de plásticos y su reciclaje pues, se dice que por cada 2 millones de estudiantes se generan al menos  700 toneladas de PET.

“Actualmente, existe un consumo indiscriminado de las botellas de PET. Todas esas toneladas finalmente van a parar a la basura, ya que no  en todos los casos se les da un tratamiento adecuado y sigue habiendo tipos de PET que tardan muchos años en deshacerse”, expresó Botello Pozos.

En cuanto al uso de energía, explicó la académica, la educación en línea contribuyó para que muchas universidades ahorrarán en cuanto al consumo de energía en sus instalaciones, en el caso de algunos laboratorios o edificios  que requieren de aire acondicionado.

Universidades deben ajustarse a la Agenda 2030 de la ONU

A la mayoría de las universidades, la crisis sanitaria les dejó una gran lección en cuanto a temas de medio ambiente,  señaló Alejandra Botello.  La especialista consideró  que, en ese sentido, se debe conservar el impulso positivo e implementar no solo acciones de corto plazo, sino otras más profundas, que permitan generar estrategias  sobre el cuidado del medio ambiente en beneficio de este planeta.

“Las universidades deberían trabajar de la mano con la Agenda 2030 de la ONU que obviamente está basada en estudios donde ya se determinaron que hay 17 problemas, entre ellos el ambiental, que no son de una región o de una ciudad sino globales”, comentó.

No se puede cambiar el mundo solos

La Agenda 2030 es un instrumento  a favor del desarrollo humano sostenible en el planeta. Para ello define 17 objetivos, que son  denominados “Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

De acuerdo al documento,  se busca proteger el planeta contra la degradación. Para lograr esto, algunas de las estrategias planteadas tienen que ver con el consumo y la producción sostenibles, la gestión sostenible de sus recursos naturales y medidas urgentes para hacer frente al cambio climático. El objetivo último es que se garantice la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes y futuras.

“Es necesario que las universidades, entre otros actores,   participen  en el proceso de planeación de la transformación de este planeta. Debemos permear nuestras propuestas creativas, sostenibles y sustentables para que vayan de la mano con cuestiones medioambientales. Esto seguramente puede llegar a convertirse en iniciativas de leyes… Una fuerza muy poderosa que puede haber en estos procesos son las instituciones educativas”, declaró Botello Pozos.

De manera muy enfática, la académica recalcó que todas estas cuestiones ya no son opcionales. “Ya es una necesidad que se dé educación ambiental, para que los universitarios tomen conciencia de lo que les espera, y sobre todo,  acerca del planeta que están dejando a las nuevas generaciones”, concluyó.

Durante el periodo de  pandemia, ¿hubo un respiro a la naturaleza?

“Hay que desmitificar esa cuestión del supuesto respiro que se le dio a la Tierra durante la pandemia por el hecho de la suspensión de las clases presenciales y el traslado de la educación a la virtualidad”, dijo Luis Fernández Carril, coordinador de Sostenibilidad y Cambio Climático del Tecnológico de Monterrey.

“Eso es un mito. No ocurrió tal respiro a la naturaleza. El único dato que podría dar sustento a ese supuesto respiro a la naturaleza es que las emisiones de gases de efecto invernadero de CO2  (dióxido de carbono) disminuyeron el 17% para abril de 2020, comparado a los niveles del 2019.

Sin embargo, el académico dijo que para el segundo semestre de 2020 y en 2021 se presentó un rebote de las emisiones a nivel mundial de 4.8%. Esto fue debido a que, aunque  muchas  personas seguían resguardadas en sus casas (trabajando y estudiando a través de internet),  sus hábitos de consumo cambiaron porque ya tenían la oportunidad de salir.

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Fernández Carril también expresó que, en  los  últimos años,  muchos de los hábitos y las prácticas que desarrollaron estudiantes y trabajadores al estar en casa, tuvieron un mayor efecto negativo en  el medio ambiente.

“Pudieron estar desde su casa y tomar sus  clases pero, al mismo tiempo, tenían la televisión prendida, estaban cargando su celular, tenían todas las luces de la casa encendidas… Debido a esto, el consumo eléctrico doméstico se disparó”, dijo el académico.

Así, de acuerdo a datos oficiales, México consumió 295,211 gigavatios-hora en 2020, mientras que en 2019, fue de 282,091 gigavatio-hora. Es decir,  en 2020, el año del inicio de  la pandemia, aumentó el consumo de electricidad. Al año siguiente, en 2021, volvió a aumentar el consumo. Llegó a 297, 866 gigavatios-hora.

Cambiar los hábitos personales por una cultura de sostenibilidad

De acuerdo al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, se requiere estabilizar la temperatura global, por lo que es necesario, tener cambios rápidos, profundos, a gran escala y sin precedentes en todos los niveles de la sociedad.

“Significa que tenemos que transformar la manera en la que producimos la electricidad, la forma en la que consumimos y creamos nuestros alimentos. Necesitamos  una transformación de la industria, de la infraestructura, de nuestros modos de vida”, apuntó Fernández.

Agregó que es necesario fomentar una cultura de la sostenibilidad para transformar nuestras vidas para hacerlas menos centradas en el consumismo, porque esa acción está afectando profundamente al planeta.

“La educación es fundamental. Lo que necesitamos es una cultura de la sostenibilidad, fomentar la cultura de la vida. No solamente se deben proveer conocimientos sino cómo  transformarse. Ese es el papel de las universidades: poder transmitir una visión de cuidado de la naturaleza. Además de empatía por toda la gente que está sufriendo los impactos ambientales del cambio climático”, dijo el académico.

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Luis Fernández, reconocido especialista de temas de sostenibilidad y cambio climático también sostuvo que no solo se debe brindar a los estudiantes conocimientos sobre el cambio climático y la sustentabilidad. El experto consideró  que es muy necesario también desarrollar competencias, valores y actitudes que transformen sus vidas hacia  la sostenibilidad.

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Sin embargo, aseguró que en sus investigaciones ha notado que si bien la  juventud está preocupada; en gran manera no sabe qué es lo que tiene que hacer. En ese sentido, el experto dijo que es importante reforzar el discurso de la sostenibilidad  en ellos. En tono crítico comentó  que muchas veces este asunto “se ha  reducido  al uso de  bolsas de tela, por lo que debe haber una  despolitización de la sostenibilidad. Porque no hay que  hacerles creer a los alumnos que lo único que tienen que hacer es reducir su consumo personal”.

Lo anterior, dijo el experto, “en realidad, es una estrategia perversa, porque estás eliminando las partes que son más importantes. Esas que  tienen que ver con lo que se hace en el espacio público, en la sociedad… Por ejemplo, cómo deben hacer frente  los gobiernos, al sector privado, para que este no aumente su ambición y contamine más (…) Esa parte de la sostenibilidad ha quedado fuera”, sostuvo.

Ante esto,  las universidades tienen que ser líderes morales, dijo el académico. Tienen que ser un ejemplo frente a los gobiernos, al sector privado y a la sociedad en su conjunto.

“Esto no es solo por el medio ambiente, es por la humanidad. Es un asunto de que o transformamos la civilización hacia la sostenibilidad o tendremos una crisis global”, concluyó.

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