La salud mental es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un estado de bienestar que permite a las personas hacer frente a situaciones relacionadas con el estrés, el aprendizaje, el desarrollo de nuevas habilidades y el adecuado desempeño en cualquier tipo de trabajo. Además, es un derecho humano fundamental y un requerimiento indispensable para la salud holística del ser humano.
Las condiciones en las que crecemos y nos desarrollamos en nuestros primeros años de vida son vitales para dar estabilidad a nuestra salud mental eventualmente. Si dichas condiciones no son óptimas y nuestra integridad se ve afectada desde edades tempranas, se aumenta el riesgo de sufrir afectaciones de salud mental, propiciadas por situaciones como el abuso de sustancias o los factores psicológicos y genéticos.
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Sin embargo, considero que predecir con este tipo de marcadores no siempre es tan obvio como se podría creer. Muchas personas expuestas a factores genéticos, psicológicos o contextuales predisponentes jamás llegan a desarrollar este tipo de afectaciones. Por el contrario, muchos individuos sin historial genético y aparentemente libres de situaciones de riesgo sí las desarrollan.
Desde mi perspectiva, la salud mental influye en nuestra capacidad para tomar decisiones racionales e informadas. Esta capacidad, se puede derivar y dividir en diversas áreas entrelazadas entre sí, que se sostienen en el propio bienestar de la salud mental para poder ser capaces de desarrollar la empatía, las relaciones interpersonales y las habilidades sociales y comunicativas.
El éxito en el ámbito académico y profesional, el desarrollo de habilidades y nuestra adaptabilidad y resiliencia también se ven afectados por el estado de nuestra salud mental. Incluso la salud física puede verse comprometida de manera directa e indirecta si este aspecto de nuestra salud no se prioriza apropiadamente.
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Todas estas habilidades y aspectos de la personalidad también ayudan a tener un estilo de vida digno y de calidad, ya que nos permiten experimentar y disfrutar de emociones positivas imprescindibles, tales como la felicidad, la satisfacción y la serenidad.
El hecho de vivir en una sociedad que percibe la vulnerabilidad como algo negativo es también un factor que nos conduce a reprimir nuestras aflicciones para evitar ser juzgados. De esta forma, se perjudica la autoestima y se descuida la importancia de las necesidades emocionales.
Esta estigmatización es un problema global, y muchas personas sufren día con día debido a la falta de concientización que esta ideología provoca. La empatía es crucial para apoyar a quienes padecen trastornos de salud mental y erradicar este tipo de prejuicios nocivos que retrasan la solución de la problemática, todos deberíamos sentirnos cómodos al hablar sobre nuestras emociones y ser capaces de buscar apoyo cuando lo necesitemos.
La salud mental es un aspecto que a menudo se pasa por alto, las personas se concentran demasiado en su salud física, dejando la anterior en segundo plano, sin embargo, este hecho no impide que la salud mental sea un aspecto esencial de nuestras vidas, y nuestro bienestar general, y que sea necesario darle la importancia que se merece. El autocuidado es esencial para disfrutar de la vida, mantener relaciones satisfactorias y alcanzar las metas que nos proponemos.