El cambio pendiente
Por: Iván Witold Kociankowski Montelongo, estudiante del Tecnológico de Monterrey
Foto: PexelsRecientemente he naufragado en un mar de cavilaciones, arrojado aquí después de escuchar a un colega mío efectuar una pregunta; “¿qué significa ser patriota?”. Yo, después de escuchar su opinión muy acertada, le dije que a mi parecer un patriota es el que mantiene interés por lo que sucede dentro de la esfera social, y coincidimos.
Durante este mes, en el que festejamos a nuestros héroes de antaño, hay que cuestionarse, ¿qué debemos hacer contra un Estado que demuestra ánimos de tiranía? El México de hoy en día se sumerge bajo el mandato de un dirigente que no se esfuerza por doblegar su doctrina, arrastrando con él a una sociedad que no encuentra el punto de apoyo que debería de fijar una sólida oposición; en cambio, la oposición, la “alianza”, se cae a pedazos.
Hay que otorgarle esto: Andrés Manuel López Obrador sabe cómo eliminar a sus contrincantes para resguardar sus intereses.
Desde mi asiento, aunque haga un uso excesivo de la palabra “pueblo” en su habitual espacio mañanero, destinado a la propaganda, no me convence de que en sus mientes tenga la intención de dejar al mexicano mirando hacia un mejor país.
En lo que respecta a su “contribución”, Andrés Manuel, por los últimos casi cuatro años que ha estado en lo más alto de la política mexicana, se ha hecho con proyectos multimillonarios que no prometen más que saciar la sed de poder que ha acumulado por más de una década.
Sus reformas nos permiten vislumbrar un poco sobre la transformación impulsada por su partido. Comenzó con el intento fallido de avivar el interés sobre el uso de un combustible que progresivamente se vuelve menos fructífero, y aplacado en el resto del mundo dentro de países que cuentan con la posibilidad de tornar hacia energías renovables.
Logró la militarización de un órgano civil que le otorga un control más severo en el territorio nacional. Aunado a esto, la Guardia Nacional no es reconocida por ser un verdadero protector de la sociedad e intocable por la corrupción. Ahora, parece ser que se perfila hacia una reforma que le permitiría tener más poder a su disposición, protegiéndose, a él y a sus corcholatas, con consejeros partidarios de sus pensamientos.
“México es de los países con más futuro”, dijo Andrés Manuel. Yo estoy de acuerdo; México tiene un porvenir brillante si la fuerza que impulsa a la transformación es una sociedad moral, informada y que mantenga en su conciencia la búsqueda por una transformación impulsada por una virtud excitada por el conocimiento.
Ahora bien, esto no se puede concretar cuando los jóvenes, mis camaradas dentro de las aulas de clases y las generaciones sucesoras, se pierden en una pantalla negra. Se acostumbran a estar en la superficie de la esfera política, exaltándose por la punta de un iceberg acechante, desinteresados, o simplemente con miedo, de sumergirse a explorar lo que se mantiene en la profundidad, para así poder generar una opinión.
Es cierto que el concepto de libertad se ha convertido en algo ambiguo, balanceándose en definiciones entre las culturas que han pisado y pisarán la tierra. Pero es para mí el miedo el más grande de los obstáculos a los que se enfrenta uno cuando anhela la libertad, empero, hay una combinación que logra poner unas cadenas aún más fuertes: el desinterés ejercitado por la ociosidad.
Aunque no soy ningún sabio, he de reconocer que, con el conocimiento, una enérgica curiosidad y con el cultivo del ser es como uno logra triunfar sobre esto.
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Por: Iván Witold Kociankowski Montelongo, estudiante del Tecnológico de Monterrey