Opinión

Tu vocación puede cambiar al mundo

La vocación es ese llamado profundo a servir a los demás. Es el don interior que nos permite transformar nuestro entorno poniendo nuestras habilidades, inteligencia y conocimientos al servicio de la humanidad. Todos tenemos una vocación transformadora, pero no todos alcanzan su verdadero potencial. El nivel de impacto que logramos no es cuestión de suerte, sino de la disciplina con la que construimos nuestro carácter, fortalecemos nuestras capacidades y ejercemos nuestra voluntad de servicio. No es casualidad que algunas personas destaquen más que otras: convertirse en “dinamita”, en un catalizador de cambio e innovación, es una responsabilidad personal.

La indiferencia es hoy el mayor asesino de las vocaciones. Esa sequedad del corazón que normaliza la violencia, la miseria y el abuso en tantas áreas de nuestra vida. Cuando salimos de esa indiferencia y tomamos conciencia, encontramos lo que verdaderamente nos mueve. Descubrimos caminos vocacionales que no solo transforman, sino que también generan bienestar y riqueza social.

En mi caso, fue imposible permanecer indiferente ante la tragedia silenciosa de un cáncer 100% prevenible, que aún hoy le arrebata la vida a millones de mujeres. Fue ver cómo los tratamientos y métodos de diagnóstico eran indignos, dolorosos, ineficaces y fruto de tanto abuso. Fue mi mamá, Terry, una mujer admirable, quien decidió no mirar hacia otro lado.

Ella fue quien apostó invirtiendo en una ciencia con propósito. No teníamos experiencia previa; no habíamos hecho algo similar. Pero sentíamos un llamado claro y había que actuar.

Tu vocación puede cambiar al mundo. Imagen: Pexels

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Una solución no lo es realmente si no llega a las personas. Las ideas mueren cuando solo se discuten en salas de juntas. Por eso el compromiso fue total: buscamos expertos, investigadores e inversionistas que compartieran nuestra visión, que creyeran en soluciones reales basadas en la ciencia, no en discursos vacíos.

Hacer algo solo por hacerlo es un acto inerte, es difícil que inspire, trascienda y tenga éxito. Nosotros hacemos ciencia con propósito. No queremos solamente entender el mundo, queremos transformarlo. Nuestra vocación es convertir el conocimiento en soluciones tangibles, en herramientas que dignifiquen y salven vidas.

México tiene un talento científico inmenso, pero muchas veces falta conectar la academia, la industria y las necesidades reales de la sociedad. Sólo el 0.16% del PIB se invierte en ciencia y tecnología, lo que limita proyectos con verdadero impacto social. Sin embargo, también existe una nueva generación que está cambiando esta historia: jóvenes que no buscan solo un empleo, sino dejar huella.

Cuando comenzamos a desarrollar una prueba mexicana basada en biomarcadores en sangre para detectar factores de riesgo de cáncer cervicouterino, no buscábamos un producto comercial. Queríamos una herramienta que salvara vidas, que pusiera en el centro la dignidad de cada mujer. Ese sueño, que parecía lejano, hoy es realidad gracias a la perseverancia, la ciencia y la vocación de un gran equipo de trabajo. PREVENTIX no solo tiene el potencial de transformar el diagnóstico del cuarto cáncer más mortal para las mujeres en el mundo; también demuestra que el conocimiento adquiere sentido cuando se
pone al servicio de los demás.

Esa es la esencia de la ciencia aplicada con propósito: unir la curiosidad con la empatía, la precisión con la responsabilidad, el conocimiento con el servicio. Esto no se limita a la biotecnología. En cualquier disciplina —ingeniería, economía, comunicación, diseño, medicina o administración— existe la posibilidad de transformar comunidades si se trabaja con verdadera vocación.

En un mundo que premia la inmediatez, hablar de propósito puede sonar ingenuo. Pero el verdadero impacto nace de la constancia, la ética, la empatía y el trabajo duro. La ciencia, los negocios y la innovación pueden y deben convivir con el compromiso social. Solo así los cambios perduran.

Tu vocación puede cambiar al mundo. Imagen: Pexels

Creo firmemente que el mundo necesita más proyectos y empresas que asuman la innovación como una responsabilidad, no como una tendencia. Innovar con propósito es entender que cada descubrimiento tiene consecuencias reales en la vida de alguien. Invertir en educación, salud o ciencia aplicada no es un gasto; es construir futuro. Cuando un joven decide usar su talento para resolver un problema social, el impacto se multiplica.

Cada generación tiene la responsabilidad de decidir hacia dónde dirigir su talento. Hoy, elegir una profesión no es solo buscar estabilidad, sino preguntarse qué cambio queremos provocar. La Organización Internacional del Trabajo estima que para 2030 surgirán más de 24 millones de empleos vinculados a la economía verde, la salud y la innovación tecnológica. En América Latina, disciplinas como la ingeniería ambiental, la biotecnología, la ciencia de datos y la salud pública serán las más demandadas para proyectos con verdadero impacto.

Prepararnos para el futuro tecnológico nos exige pensar en lo que realmente importa: el liderazgo, la empatía, el respeto y la creatividad. Las “soft skills” serán los diferenciadores más poderosos en un mundo cada vez más saturado de automatización.

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Los avances tecnológicos plantean dilemas éticos urgentes. La historia nos recuerda que cuando se olvida la dignidad humana y se actúa solo por intereses intelectuales, económicos o personales, perdemos como humanidad. Por eso, cada persona debe construir su vida con vocación: con la intención de servir, entendiendo que, si haces y buscas el bien, te irá bien. No hay sustituto para el trabajo duro, la preparación y la acción.

A quienes hoy están en las aulas quiero decirles algo: no esperen el momento ni la idea perfectos. Eso no existe. Empiecen mirando a su alrededor, preguntándose qué les duele, qué los inspira, qué pueden mejorar. La vocación no depende de lo que saben hoy, ni de cuánto dinero tengan para empezar. La vocación es el llamado a transformar.

Responder o permanecer indiferentes… esa es la verdadera decisión.

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Mercedes Gutiérrez Smith

CEO de Timser Group y una de las voces líderes en innovación en salud femenina en México. Impulsó el desarrollo de Preventix, una prueba no invasiva basada en sangre para la detección temprana del cáncer cervicouterino, reconocida por Tech4Eva y Líderes Mexicanos como una de las innovaciones más relevantes en el sector salud.

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Mercedes Gutiérrez Smith

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