Opinión

Orientación vocacional contra la deserción universitaria

Uno de los principales retos a los que nos enfrentamos las universidades, y diría que el país entero, es la deserción de estudiantes.

El problema económico es una de las principales causas de este abandono, pero la falta de un propósito de vida, de una adecuada orientación vocacional y una desvinculación entre el tipo de carrera y el mercado laboral, son tres motivos también muy relevantes.

Si observamos bien, hasta hace poco, sólo algunas escuelas básicas y preparatorias motivaban a sus alumnos para formularse un propósito de vida.

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Cuando no se tiene claro un propósito, significa andar por la vida “dando palos de ciego”, “navegar sin una brújula” o, para que me entiendan los chavos, buscar una dirección sin GPS.

También, un gran número de jóvenes eligen una carrera universitaria, pero en algún momento antes de terminarla consideran que no es lo que quieren.

De la mano va la orientación vocacional, podemos creer que alguna actividad profesional nos gusta, pero si no tenemos aptitudes ni actitud para desempeñarla, es muy probable que abandonemos nuestras intenciones.

También suele pasar que los muchachos se ponen a estudiar una carrera que no tiene la proyección laboral que hoy exige el mercado.

En las universidades vemos todos los años esto. Millones de jóvenes dejan sus estudios no sólo por falta de recursos, sino porque no les gustó la carrera o sienten que no tienen los conocimientos o la vocación para seguir adelante y que, además, no tendrán dónde emplearse.

Según mi buen amigo Guillermo Elizondo, co-fundador de Territorium –una empresa que auxilia en la medición y adquisición del conocimiento con tecnología digital–, en el país hay 12 millones de personas que pasaron por las aulas universitarias, pero no tienen un título profesional.

El propósito de su organización, la cual fundó cuando cursaba una licenciatura, es apoyar a los estudiantes en las transiciones que experimenta durante su vida: de la preparatoria a la universidad y de la universidad al empleo.

Tiene un “producto” que me tiene bastante sorprendido, que consiste en el uso de la inteligencia artificial para la orientación vocacional y desarrollo de propósito de los jóvenes.

Resulta que Territorium se dedica desde hace ya más de una década a ayudar a las universidades en sus procesos de admisión, que incluye postulación, evaluación e inscripción, todo de forma digital. Colaboran con 300 universidades en Estados Unidos y con las universidades más grandes de México, tanto públicas como privadas, y tienen presencia en 15 países, lo que involucra a 12 millones de estudiantes. Impresionante.

Al ofrecer esos servicios se dieron cuenta que muchos de los jóvenes no seleccionaban adecuadamente su carrera, lo cual propicia la deserción para, en el mejor de los casos, cursar otro tipo de estudios.

Aunque puede ser peor: gran parte de esos estudiantes que no supieron elegir una carrera se gradúan y llegan completamente desmotivados al mercado laboral.

Afortunadamente, Guillermo y su socio Gerardo consideraron que había que hacer algo, pues es una inversión importante que se pierde, ya sea porque los padres pagan los estudios o porque el Estado asume gran parte de esos costos.

Ahora están ofreciendo una solución de orientación vocacional que utiliza inteligencia artificial para que los propios muchachos, incluso con la intervención de sus padres, puedan contar con este servicio que muchas veces es caro para muchos bolsillos.

La aplicación que va en un celular común y corriente se va alimentando de cierta información, desde calificaciones, gustos y preferencias del alumno, y lo va guiando ofreciéndole opciones al alumno y si es menor de edad a sus padres también..

Sin duda, muchas universidades y empleadores han visto al estudiante como un producto que van colocando en el mercado y no como una persona que quiere y puede guiar su vida y enriquecerla creando valor y aportando a la sociedad.

Es una visión que está cambiando, tal vez no al ritmo que quisiéramos.

La orientación vocacional y crear proposito es clave para quienes nos esforzamos por mejorar las condiciones del país mediante la educación.

A las universidades nos alivia del peso económico y emocional que tiene la deserción de estudiantes; a las organizaciones les acerca jóvenes mejor preparados para las nuevas condiciones del mercado, y a ellos, que son el futuro ya presente, les ayuda a tomar decisiones acordes con lo que más anhelan.

Es decir, les ayuda a ser felices mientras aportan a la sociedad.

Comentarios
Ricardo Phillips

Operating Partner Linzor Capital & CEO de Universidad Insurgentes

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