Opinión

Joven, toma decisiones sabias en un mundo de constante cambio

En el vertiginoso mundo de hoy, la juventud se enfrenta a una encrucijada vital en la que las decisiones que tomen modelarán su destino y su impacto en la sociedad. Las decisiones, esos pilares que sustentan nuestros caminos, son el producto de una intrincada danza entre la emoción y la razón.

Pero ¿cómo deberían los jóvenes abordar este desafío existencial? Hay decisiones que los impactarán toda su vida, la elección tanto de carrera como universidad, formar una familia, crear su empresa o trabajar para una, la unidad de vida que implica vivir conforme a sus valores. Es fundamental considerar las implicaciones éticas de sus elecciones y actuar de manera responsable.

Carlos Llano, visionario fundador del IPADE y la Universidad Panamericana, planteaba en una memorable conferencia sobre Proyecto de Vida que los jóvenes, en su búsqueda de bienestar material, a menudo optan por carreras que prometen riqueza económica. Esta elección, sin embargo, puede dejarlos vulnerables ante las inclemencias de un mundo inestable. En lugar de centrarse en la acumulación de bienes materiales, Llano sugería una perspectiva más profunda: basar las decisiones en el ser.

Esto implica la construcción de una personalidad arraigada en virtudes como la justicia, la prudencia, la fortaleza y el autocontrol, un camino hacia una vida significativa y gratificante.

En la era de la tecnología digital, la juventud se encuentra inmersa en un mar de valores y modelos de vida que a menudo resultan ser meras ilusiones. Las redes sociales y la cultura de la inmediatez pueden seducir a los jóvenes, alejándolos de la verdad y envolviéndolos en una realidad distorsionada.

El libro La Transformación de la Mente Moderna de Haidt & Lukianoff arroja luz sobre este fenómeno al destacar que los jóvenes estadounidenses, en particular, han abrazado tres peligrosas falacias.

La primera de estas falacias sostiene que “aquello que no te mata te hace más débil”. Esta noción ha llevado a una generación que rehúsa el diálogo respetuoso y el debate serio sobre sus creencias arraigadas. En lugar de confrontar sus ideas con argumentos sólidos, muchos se encierran en sus burbujas de confirmación, evitando así el crecimiento intelectual y la búsqueda de la verdad.

La segunda falacia, “haz lo que sientas”, ha promovido una toma de decisiones impulsiva y carente de reflexión. Daniel Goleman escribió su libro La Inteligencia Emocional donde destaca cinco componentes fundamentales de la inteligencia emocional: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales.

Estos componentes constituyen la base de nuestra competencia emocional y desempeñan un papel crucial en nuestro éxito personal y social. Años después Francisco Ugarte destacó que debe hablarse de emociones inteligentes y no de inteligencia emocional, señala que no podemos controlar lo que sentimos, pero sí podemos controlar nuestras acciones posteriores. La verdadera sabiduría reside en equilibrar las emociones con la razón, tomando decisiones informadas y conscientes.

La tercera falacia, “nosotros contra ellos”, donde nosotros somos los buenos y los otros los malos ha erosionado el espíritu universitario de búsqueda de la verdad. Esta mentalidad polarizada nos divide en campos opuestos, obstaculizando la construcción de puentes hacia el entendimiento mutuo y la colaboración constructiva.

En última instancia, los jóvenes enfrentan un desafío monumental al tomar decisiones cruciales en un mundo saturado de información y desinformación. La clave para forjar un camino significativo radica en la sabiduría de equilibrar las emociones con la razón para no tomar decisiones precipitadas, en cultivar virtudes que enriquezcan el ser y en buscar la verdad como un faro que guíe sus pasos a partir del pensamiento crítico y la ética.

En un mundo en constante cambio, la capacidad de tomar decisiones acertadas se convierte en un activo invaluable, no solo para su propio futuro, sino también para la sociedad en su conjunto.

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Ricardo Meneses Calzada

Ricardo Meneses Calzada es abogado por la UNAM y director de Promoción y Admisiones de la Universidad. Candidato a doctor por la Facultad de Derecho de la UP. Tesis doctoral (en proceso): El Derecho a la Privacidad en Internet y profesor de tiempo completo de la Universidad Panamericana durante 33 años

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