El papel de la IA en la educación y el emprendimiento
La IA es tanto una promesa como un desafío. Para los estudiantes, por ejemplo, es una oportunidad de aprender de manera más personalizada
En los últimos dos años, la inteligencia artificial generativa se ha consolidado firmemente en la vida cotidiana de estudiantes, profesores y emprendedores. Herramientas como ChatGPT, Gemini, DALL·E y Midjourney, que antes parecían futuristas, ahora forman parte de los recursos disponibles para escribir un ensayo, preparar una presentación, diseñar un prototipo o incluso lanzar una campaña de marketing digital en cuestión de minutos.
No se trata de un avance menor. La IA está redefiniendo la forma en que aprendemos y creamos, pero también plantea preguntas inquietantes sobre el futuro del pensamiento crítico, la dependencia tecnológica y la equidad en el acceso.
En el ámbito de la educación, el impacto es claro. Las distintas plataformas de tutoría inteligente ya son capaces de ajustar el contenido al ritmo de cada alumno, ofreciendo un nivel de personalización que en un grupo sería complicado.
Un estudio publicado en “Expert Systems with Applications” informa de que estas herramientas pueden mejorar el rendimiento académico de los alumnos más de un 60% cuando se integran adecuadamente (Sciencedirect, 2024).
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La IA también libera tiempo a los profesores al automatizar tareas repetitivas, como generar ejercicios o proporcionar comentarios inmediatos. Sin embargo, el verdadero reto no es cuánto enseña la máquina, sino cómo garantizar que los alumnos desarrollen la capacidad de cuestionar y reflexionar, en lugar de limitarse a aceptar lo que les muestra la pantalla.
El Departamento de Educación de los Estados Unidos señaló en 2023 que el uso acrítico de estas herramientas puede conducir a un apagón cognitivo, en el que los estudiantes delegan el esfuerzo intelectual y pierden autonomía.
El mismo dilema de la IA se plantea en el mundo empresarial
Nunca antes había sido tan fácil convertir una idea en un boceto o una propuesta de negocio. Un estudiante con acceso a la IA puede, en cuestión de segundos, diseñar un logotipo para su startup y, con la ayuda de ChatGPT, redactar una modelo de negocio, realizar un estudio de mercado, plantear escenarios empresariales e incluso una presentación para inversionistas.
Estas ventajas reducen los costos y democratizan la innovación. En México, donde los recursos para iniciar un emprendimiento suelen ser limitados, la IA actúa como catalizador para que los jóvenes emprendedores compitan en un entorno global.
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Pero las oportunidades no vienen solas
La dependencia excesiva es quizás el riesgo más inmediato. Si se soluciona o se pide todo a la IA, desde un ensayo escolar hasta una estrategia empresarial, se corre el peligro de atrofiar habilidades humanas esenciales como el pensamiento crítico, la escritura reflexiva o la creatividad analítica.
Investigaciones recientes indican que el uso intensivo de los sistemas conversacionales puede afectar la capacidad para emitir juicios complejos y fomentar una relación pasiva con el conocimiento. Lo mismo ocurre con el espíritu emprendedor una idea de negocio basada únicamente en la opinión de un modelo generativo, el cual puede basarse en datos sesgados o referencias ficticias, lo que la hace inviable en el mundo real.
La inteligencia artificial también se enfrenta a graves riesgos: los sesgos de género, raciales o socioeconómicos presentes en sus bases de datos pueden reproducirse en sus respuestas, lo que afecta tanto a los estudiantes como a los emprendedores. A esto se suma la falta de fiabilidad: los modelos pueden alucinar datos o referencias inexistentes, lo que requiere una verificación constante de la información.
Además, la brecha digital limita el acceso equitativo, favoreciendo a quienes ya disponen de más recursos. Por lo tanto, se hace imprescindible la alfabetización en IA, es decir, comprender cómo funcionan estas herramientas, reconocer sus limitaciones y utilizarlas de forma transparente. En definitiva, la IA puede ser un gran copiloto, pero nunca debe sustituir al pensamiento humano crítico.
La inteligencia artificial generativa representa tanto una promesa como un desafío. Para los estudiantes, es una oportunidad para aprender de una manera más personalizada y acceder a recursos que antes eran impensables; para los emprendedores, es un trampolín que reduce la distancia entre la idea y la acción. Sin embargo, esa misma facilidad puede convertirse en una trampa si perdemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, de discernir la calidad de la información y de asumir la responsabilidad ética de nuestras decisiones.
La clave no es rechazar la IA ni utilizarla sin reservas, sino ocuparla como una herramienta que complemente y potencie el intelecto humano, sin sustituirlo. El futuro de la educación y el emprendimiento dependerá, en gran medida, de cómo logremos este equilibrio.
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