El huevo de la serpiente (2 de 3)
Opinión del doctor Andrés Bucio, filósofo de la ciencia, la tecnología, la energía y la naturaleza. Doctor en Ciencias Ambientales (PhD, Economía ambiental y para la sostenibilidad) por la Universidad de East Anglia (UEA) Reino Unido.
https://youtube.com/watch?v=VGykfhLaWG8
(Auto entrevista imaginaria)
¿Pero, acaso no son el conocimiento y el Logos funciones básicas de toda universidad?
La función de producir conocimiento y promover el Logos racional, ha dejado de ser, en los hechos, una función básica de la universidad, su eficacia para llevar a cabo estas funciones está además cada día más destartalada; y lo está por dos razones poderosas empíricamente verificables.
¿Cuáles serían estas dos razones?
La primera es que el conocimiento y el Logos universitario tienen serios competidores externos operando a escala planetaria, desde la tecnología y las redes transfronterizas de aprendizaje universitario en línea, por ejemplo, hasta las actividades ilícitas y la «narco cultura» como espacios de vida y sentido para muchos jóvenes, pasando también —y esto es muy importante— por nuevas comunidades humanas auto organizadas para promover sus propios intereses educativos, científicos, tecnológicos, culturales y de valores, y que operan en espacios supra universitarios.
¿Cuál sería la segunda razón?
La segunda razón es que la eficacia de la universidad para producir conocimiento y promover el Logos racional, está sometida a estatutos legales que básicamente destruyen esa eficacia. Alguien, desde algún lugar —ya he hablado de esto— se ha dedicado a financiar y a empoderar sustitutos locales del Logos y la razón, cuya eficacia social y cultural es cada día más abrumadora y destructiva: me refiero al activismo político deconstruccionista, así como el ascenso biológico de las “mujeres” a la esfera pública. Estas dos cosas son poderosos sustitutos irracionales («resignificantes» dirían los activistas) del Logos y del conocimiento racional dentro de las universidades. Para las activistas, la razón y la lógica son instrumentos de dominación del patriarcado, que ven como el origen de todos sus males, por lo que hay que eliminar ambas. El problema es que no se puede eliminar la razón y la lógica sin también eliminar a la universidad (risas).
¿A qué se refiere con el ascenso biológico de las mujeres a la esfera pública?
A que el «monopolio natural» sobre la sexualidad y la reproducción que detenta la mujer, así como la capacidad persuasiva—y a veces de negociación forzada— sobre el varón que ese monopolio natural confiere a la mujer en la esfera pública, es sumamente peligroso si se utiliza para manipular, violentar y corromper la esfera privada y el tejido social—pensemos aquí en aquella candidata panista a la presidencia de la república en campaña invitando a sus votantes mujeres a «no dar cuchi cuchi» —presionar sexualmente a sus esposos— si no votaban por ella—. Estas no son anécdotas triviales sino focos rojos, que nos hablan del poder biológico que tiene la mujer para transformar la esfera pública y hacer que, cosas que antes juzgábamos intocables y de trascendental importancia, como la promoción del Logos y la producción de conocimiento racional dentro de la universidad, empiecen a parecer, en menos de un lustro, poco menos que un juego de tontos. No de «tontos» peyorativamente hablando, sino en el sentido de «tontos biológicos» al que alguna vez hizo referencia Álvaro Mutis cuando comparaba al hombre con la mujer:
«Yo creo que hay en la mujer esencialmente un conocimiento de la naturaleza, un contacto con el destino muchísimo más profundo y muchísimo más definitivo que el que puedan tener los hombres. Yo siento que los hombres finalmente terminamos siendo en el fondo unos niños que nunca acabamos de crecer. No sucede esto con las mujeres. La mujer tiene un conocimiento de la sabiduría esencial del universo que los hombres apenas adivinamos.» Entrevista a Álvaro Mutis
¿El hombre es un «tonto biológico» entonces?
Comparado con la mujer, sí, el hombre es un «tonto biológico» en eso tiene mucha razón Álvaro Mutis.
¿Y la mujer, qué es la mujer entonces?
La mujer es una «tonta cultural», solo hay que oír los maullidos de Natalia Morrison cantando en el Estadio de los Deportes (risas). Y es que, así como el dominio del hombre es la cultura, el dominio de la mujer es la naturaleza —sobre esto, los interesados pueden leer «Cultura femenina» de Rosario Castellanos, —. Si el hombre es «tonto biológico que destruye la naturaleza» la mujer es «tonta cultural que destruye la cultura y el tejido social» que no es poca cosa (risas histéricas), su visión no es para construir sociedades mixtas realmente (risas), sino solo colectivos solipsistas de mujeres para mujeres, escuchando a otras mujeres opinando sobre lo que dicen otras mujeres sobre las mujeres y los problemas de las mujeres. Pero así no es, nunca lo ha sido —y siento decirlo, nunca lo será— la manera como se construye una sociedad funcional (risas); esa es la otra cara de la moneda que no vemos en estos momentos y no veremos por varias generaciones más quizás, —en las que difícilmente imperará otra cosa que no sea la violencia, dicho sea de paso— (risas, aplausos)
2022/VI/17
andresbucio.com
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