Cómo dejar de procastinar y empezar a avanzar en tu carrera
"Dejar de procrastinar no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de atreverte a avanzar con lo que tienes"
“No tienes que ser genial para comenzar, pero tienes que comenzar para ser genial”, Zig Ziglar.
Hay un enemigo silencioso que se esconde entre clases, tareas y proyectos que aún no despegan. No hace ruido, pero consume tiempo. No se ve, pero sabotea metas. Se llama procrastinación, y ha logrado convertirse en un hábito disfrazado de rutina para muchos estudiantes.
No se trata solo de flojera, como suele pensarse. A menudo llega vestida de frases como: “no estoy listo”, “lo hago cuando tenga más tiempo” o “mejor después, cuando salga perfecto”. El problema es que ese “después” muchas veces nunca llega, y lo que está en juego no es solo una entrega a tiempo, sino el futuro profesional que cada estudiante dice desear.
Esta conducta, más que una falta de voluntad, es muchas veces una desconexión profunda con lo que se quiere lograr. Cuando no tienes claro por qué haces lo que haces, cualquier excusa parece válida. El cansancio, la sobrecarga, la falta de motivación o el miedo a no estar a la altura se convierten en un pretexto silencioso que frena el avance.
Por eso, el primer paso para romper el ciclo es recuperar el sentido. Tener una visión clara y personal de lo que quieres alcanzar es fundamental. Imaginarte ejerciendo tu carrera, viviendo de tu talento, impactando con tu trabajo y disfrutando lo que te apasiona puede darte la energía necesaria para retomar el rumbo. Recordar el “para qué” elegiste este camino devuelve el foco y la dirección.
Pero tener claridad no basta si el entorno está lleno de ruido. Muchas veces, el problema no es que falte voluntad, sino que sobran distracciones. Estudiar con el celular al lado, sin horarios definidos o en espacios que no favorecen la concentración debilita tu enfoque.
Por eso, una segunda solución importante es rediseñar tu ambiente. Establecer horarios razonables, crear rutinas sencillas pero constantes y elegir espacios más tranquilos ayuda a que tu mente entienda que es momento de actuar. No se trata de imponer una disciplina rígida, sino de generar las condiciones necesarias para avanzar, incluso en días en los que el ánimo no acompaña.
Además del entorno, hay algo que muchas veces se nos olvida: lo que sentimos. Y es que saber manejar tus emociones puede hacer toda la diferencia. Habrá días en los que simplemente no tengas ganas, te sientas cansado, inseguro o con la cabeza en mil cosas. Justo en esos momentos es cuando más te alejas de lo que deberías estar haciendo.
En lugar de ignorar cómo te sientes o forzarte a seguir como si nada, lo mejor que puedes hacer es reconocerlo. Una buena estrategia es escribir lo que te pasa, contárselo a alguien de confianza o darte una pausa para respirar. Eso te ayuda a soltar un poco la carga y volver con más claridad.
Dejar de procrastinar no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de atreverte a avanzar con lo que tienes, desde donde estás, aunque tengas dudas o estés cansado.
Cada paso que das, aunque sea pequeño, cuenta. Porque cada vez que decides moverte, incluso sin tener todas las respuestas, estás fortaleciendo tu carácter y creciendo. Y ahí está la diferencia entre quien solo habla de lo que quiere y quien lo convierte en realidad.
Hoy puedes seguir esperando a que llegue el momento perfecto… o puedes empezar con lo que tienes. Da ese paso, escribe esa página, resuelve esa tarea. La constancia, aunque sea mínima, siempre será más poderosa que la intención sin acción.
Si decides avanzar hoy, aunque sea un poco, estarás diciendo con hechos que tus metas valen más que tus excusas. Y eso, en medio del caos universitario, ya es un acto de madurez. Así que no lo pienses tanto: ponte en marcha desde hoy.
Comentarios
Mejores Universidades 2025: ¿cuál lidera el ranking de EL UNIVERSAL?
"Dejar de procrastinar no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de atreverte a avanzar con lo que tienes"