Carreras del futuro: así pueden los jóvenes trabajar en el nuevo campo mexicano
El campo mexicano cuenta con amplias oportunidades para jóvenes estudien y trabajen en esta área. ¡Conoce los detalles!
Carreras del futuro: así pueden los jóvenes trabajar en el nuevo campo mexicano. Imagen: Unsplash
Durante décadas, el campo en México ha sido visto como un espacio ajeno a la innovación. Un lugar donde el trabajo es rudo, la tecnología escasa y las oportunidades profesionales limitadas.
Hoy, esa imagen podría comenzar a cambiar. Frente al cambio climático, la presión por producir más alimentos con menos recursos y el envejecimiento acelerado de los productores, el agro vive una transformación silenciosa que está redefiniendo las profesiones que necesitará en los próximos años.
“El campo ya no puede pensarse solo desde la agronomía tradicional”, afirma Arturo González de Cosío Barrón, director del Laboratorio Campo AGRO Experimental del Tecnológico de Monterrey (CAETEC).
Desde este espacio, el Tec ha convertido parcelas reales en un Living Lab donde estudiantes de ingeniería, negocios y ciencias trabajan con datos, sensores, drones e inteligencia artificial aplicados directamente a la producción agrícola.

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El nuevo perfil profesional del campo, explica, debe ser capaz de medir, analizar e interpretar información para tomar decisiones más precisas: desde cuándo regar hasta cómo prevenir una plaga antes de que se extienda.
“Hoy hablamos de sensores de suelo, imágenes satelitales, índices de vegetación, automatización y analítica de datos. Ya no es el futuro, es el presente”, dice.
Tecnología que cura plantas y atrae jóvenes
Desde la industria, la transformación es igual de clara. Para Montserrat Benítez, líder de Sustentabilidad y Asuntos Corporativos para Latinoamérica Norte en Syngenta, el agro es hoy un ecosistema de innovación mucho más amplio de lo que suele imaginarse.
“No solo es digitalización o inteligencia artificial. También hablamos de medicinas para plantas, biológicos que fortalecen su resiliencia y herramientas digitales que permiten hacer diagnósticos casi médicos del cultivo”, explica.
Plataformas digitales especializadas en el agro, como Cropwise, permiten sustituir la libreta de campo por un celular capaz de registrar datos con georreferenciación, imágenes satelitales y análisis de verdor, lo que ayuda a detectar enfermedades o estrés hídrico antes de que sean visibles a simple vista. “El agrónomo se convierte en un médico de plantas apoyado por tecnología”, resume.
Pero el reto va más allá de la eficiencia debido a factores como que el promedio de edad de los agricultores en el mundo ronda los 65 años, lo cual hace que se corra el riesgo de que no se transmita conocimiento y se pierdan las personas profesionales que requiera esa actividad.
“Si no hacemos atractivo el campo para las nuevas generaciones, vamos a tener un problema serio de seguridad alimentaria”, advierte Benítez. La digitalización, el uso de drones y la posibilidad de monitorear parcelas a distancia están abriendo una puerta para que jóvenes con perfiles tecnológicos, de datos o sostenibilidad encuentren en el agro un espacio profesional viable.
Drones, datos y nuevos oficios rurales
Actualmente existen diversos avances tecnológicos que pueden usarse en el campo y que ayudan a los productores a ser más productivos y eficientes. Uno de ellos son los drones, que serán una herramienta que requerirá nuevas especializaciones para operarlos y aprovechar todas sus ventajas.
Para Yefei Dong, representante de ventas para América Latina en DJI Agriculture, los drones agrícolas están redefiniendo tanto la producción como el empleo rural. “Hoy no solo se necesitan pilotos de drones, sino analistas de datos agrícolas, consultores en protección de cultivos de precisión y técnicos en mantenimiento de granjas inteligentes”, señala.

Los drones permiten aplicar insumos solo donde se necesitan, ahorrar agua, reducir agroquímicos y operar en terrenos donde la maquinaria tradicional no puede entrar.
Además, reducen la carga física del trabajo agrícola, algo clave para atraer a jóvenes. “La tecnología debe ser un puente para reconectar a las nuevas generaciones con la tierra”, apunta Dong.
Hacia 2030, prevé una agricultura basada en sistemas inteligentes, donde drones, inteligencia artificial y sensores trabajen de forma integrada para ofrecer prescripciones predictivas. Más que máquinas, “asistentes agronómicos”.
Universidades ante el reto de formar al nuevo agro
Si el campo está cambiando, las universidades también. En la Universidad Autónoma Chapingo, una de las instituciones clave del agro en México, la respuesta ha sido actualizar planes de estudio y crear nuevas carreras
“Ya no basta con formar profesionistas que operen tecnología; necesitamos que la diseñen, la evalúen y la adapten al contexto rural”, señala Josué Vicente Cervantes Bazán, secretario general de la institución.
Chapingo abrió recientemente la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial en Agricultura y prepara nuevas opciones como Ingeniería en Agricultura Regenerativa. Además, ha fortalecido posgrados enfocados en sostenibilidad, nutrición vegetal y agroindustria, integrando sensores, drones, ciencia de datos y modelos predictivos.
La clave, coincide Cervantes Bazán, está en la vinculación. Campos experimentales, diplomados, alianzas con empresas tecnológicas y programas de transferencia permiten que estudiantes y profesionales aprendan directamente en condiciones reales de producción. “El campo no se transforma desde el aula solamente”, subraya.
Para la universidad, el cambio no es solo tecnológico, sino también cultural. Cervantes Bazán explica que uno de los mayores retos es formar profesionistas capaces de dialogar tanto con algoritmos como con productores.
“Nuestros egresados tienen que saber leer datos, pero también entender la realidad social, económica y climática de las comunidades rurales donde van a trabajar”, apunta. Por eso, dice, la formación incorpora cada vez más trabajo interdisciplinario y contacto temprano con el campo.
Otro eje estratégico es la actualización constante del profesorado y la infraestructura académica. Chapingo ha invertido en laboratorios, parcelas experimentales y capacitación docente para que la enseñanza no se quede rezagada frente a la velocidad de la innovación. “No podemos enseñar agricultura del siglo XXI con herramientas del siglo pasado. La universidad también tiene que aprender”, reconoce.

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Cervantes Bazán subraya que estas transformaciones buscan enviar un mensaje claro a los jóvenes: el campo ofrece futuro profesional. “La agricultura ya no es sinónimo de rezago. Hoy es un espacio donde convergen ciencia, tecnología, sostenibilidad y oportunidades laborales reales”, afirma.
Así, Chapingo busca posicionarse no solo como formadora de agrónomos, sino como una incubadora de talento para uno de los sectores más estratégicos del país.
Un mensaje para los estudiantes
El consenso entre academia, industria y tecnología es claro: el agro necesita perfiles híbridos. Ingenieros en sistemas que entiendan suelos, agrónomos que sepan programar, especialistas en sostenibilidad capaces de analizar datos y comunicarse con productores.
“El campo mexicano es uno de los espacios con mayor potencial de innovación, empleo y emprendimiento”, concluye González de Cosío.
Para los estudiantes, el mensaje es directo: alimentar al país en los próximos años requerirá talento, tecnología y una nueva manera de mirar al campo. No como el pasado, sino como uno de los sectores más estratégicos del futuro.
Autor: Carlos Tomasini
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