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Con el arbolito de Navidad puesto, las decoraciones por toda la ciudad y el álbum navideño de Luis Miguel reproduciéndose en bucle en las plazas comerciales, es imposible no tener una sensación de felicidad, paz y fraternidad en esta temporada. Esta reacción es más común de lo que crees, y un grupo de investigadores de la UNAM encontraron el porqué de este efecto. ¿Quieres descubrirlo?
Gabriel Gutiérrez Ospina, investigador del Departamento de Biología Celular y Fisiología del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y profesor en la Facultad de Psicología explica que el sentimiento característico del fin de año es la nostalgia, que no es otra cosa que extrañar algo a través de recuerdos positivos, siendo asociada con situaciones positivas.
Según el investigador, esta emoción tiene relación directa con experiencias de la infancia. Si quieres conocer qué factores influyen en tu cerebro y el proceso químico que sucede dentro de él, sigue leyendo. En Generación Universitaria te contamos lo que hay detrás de la felicidad y la nostalgia navideña según investigaciones de la UNAM.
Para que exista la nostalgia tiene que haber una época, momento, persona o lugar del pasado que añores. En la víspera de Navidad, esa temporada suele ser nuestra niñez. Gutiérrez Ospina afirma que en esta temporada “todo el mundo tiene una vocación de cuidado por el otro”, lo que impacta directamente en la infancia.
La emoción y la adrenalina que se experimentan al buscar y abrir los regalos debajo del árbol es una sensación difícil de replicar en la edad adulta. Esto se debe, en gran parte, a la mágica creencia infantil de que seres extraordinarios como Santa Claus o los Reyes Magos hicieron un largo viaje desde el Polo Norte o el Medio Oriente, respectivamente, solo para traer esos presentes. “Estos elementos generan memorias que hacen sentir a una persona bien, querida y reconocida”, mencionó el académico de la UNAM al respecto.
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La reacción emocional ante la Navidad se sustenta en una reacción cerebral. Nuestros sentidos, como la vista, el oído y el olfato se convierten en receptores de estímulos como las luces decorativas, los villancicos o el olor a ponche de frutas. La reacción humana ante dichos impulsos es casi instantánea, resultando en un ambiente familiar más agradable.
La interacción de estructuras cerebrales como los ganglios basales, la corteza prefrontal, el hipocampo, la amígdala y la corteza entorrinal da lugar a una sensación temporal de bienestar que evoca recuerdos de las celebraciones navideñas.
Las hormonas del cuerpo también se alteran: la dopamina, encargada del placer y la motivación, aumenta sus niveles mientras que el cortisol, la hormona del estrés, disminuye considerablemente. En este proceso, el cuerpo alcanza un estado de equilibrio fisiológico, dando una sensación de bienestar.
A la par de esta respuesta cerebral, el cuerpo experimenta una reacción física: el ritmo cardíaco se acelera, la respiración se intensifica, puede presentarse sudoración y se produce una tensión muscular.
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La nostalgia por la Navidad no tiene por qué ser negativa. Es importante que mantengas vivo tu espíritu festivo y te enfoques en crear nuevas experiencias con tus seres queridos. Al hacerlo, podrás construir recuerdos frescos que podrás atesorar.
Autor: Yahir Torres
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