Estudiantes de comunidad la Wixárika. Foto: Cortesía
En una sierra al norte de Jalisco, donde las distancias se miden en horas de caminata y el internet apenas comienza a llegar, un grupo de estudiantes y profesores de la comunidad indígena Wixárika demuestra que la tecnología no solo sirve para entretener, sino también para preservar la memoria ancestral.
Durante el Swift Change Makers National Hackathon 2025, una iniciativa impulsada por Apple para formar jóvenes desarrolladores en Swift (el lenguaje de programación de Apple), la historia de esta comunidad resonó entre los asistentes.
Aunque los estudiantes Wixárika aún no participan como competidores, su presencia como observadores fue un recordatorio poderoso del potencial transformador de la tecnología cuando se pone al servicio de las raíces.
Los alumnos pertenecen a una preparatoria de la Universidad de Guadalajara ubicada en la región de Mezquitic, en la sierra norte de Jalisco. Muchos caminan entre dos y cuatro horas desde sus casas para asistir a clases. Algunos incluso pernoctan en la escuela durante la semana. En medio de estas condiciones, surgió una colaboración con el Laboratorio de Diseño de Aplicaciones Móviles de la UDG y Apple, que les facilitó dispositivos como iPads y iPhones.
Lo que parecía una capacitación técnica se convirtió en un proyecto cultural profundo. En palabras del profesor Eduardo Chivarra González, perteneciente a la comunidad Wixárika: “Con esta herramienta tenemos la oportunidad de transmitir los conocimientos de nuestros abuelos, llegar a más jóvenes, y quizá a más países”.
Uno de los frutos más importantes fue la creación del cortometraje “El papel de las mujeres en la comunidad Wixárika”, grabado íntegramente con iPhones y ganador del primer lugar en los concursos de cortometrajes tanto estatal (Universidad de Guadalajara) como nacional (Anuies).
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El documental no sólo capturó imágenes, sino también emociones, costumbres y reflexiones sobre el rol femenino dentro de su cultura.
Además, se realizaron otros dos documentales: uno sobre los rituales de la muerte y otro sobre los sabios ancianos o líderes tradicionales. Todos nacieron del mismo propósito: preservar y compartir su cosmovisión con respeto y autenticidad.
La clave del éxito ha sido la integración de la tecnología en las materias escolares, pero siempre con un enfoque cultural. Los alumnos aprenden fotografía, video, música, diseño, edición y programación básica en Swift. Todo ello vinculado con su vestimenta, lengua, rituales y entorno.
Rafael Cásares, coordinador de extensión del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la UDG, explica que “todos los proyectos que realizan tienen como objetivo conservar su cultura. El uso de iPads y iPhones ha motivado a los jóvenes y a los profesores, quienes han descubierto nuevas formas de comunicar lo que por generaciones solo había sido oral”.
Aunque para muchos estudiantes el español es su segunda lengua, y el inglés representa un reto mayor, el contenido en español en los dispositivos ha facilitado su aprendizaje. La escuela incluso ofrece clases bilingües y de inglés en los últimos semestres.
Gracias a antenas satelitales instaladas en los planteles, los estudiantes tienen acceso a internet. Esto ha abierto un mundo de posibilidades, pero también plantea desafíos:
“Ahora los jóvenes prefieren jugar videojuegos o ver redes sociales, en lugar de escuchar a los abuelos”, comentó un profesor de la comunidad. Aun así, el uso guiado de la tecnología ha demostrado que puede ser una aliada para mantener vivo lo esencial.
Los estudiantes, profesores y líderes de la comunidad aseguran que el mayor reto fue enfrentarse a herramientas que nunca habían usado.
“Estamos acostumbrados a la naturaleza, a lo que demanda el pueblo. Pero este acercamiento nos ha motivado a seguir aprendiendo”, expresó uno de los maestros presentes.
Alisha Johnson, directora senior de Iniciativas Sociales Globales en Apple, celebró la participación de la comunidad Wixárika como ejemplo de cómo la tecnología puede adaptarse a contextos locales y potenciar la creatividad desde la identidad.
“Estamos emocionados de ver cómo la tecnología puede ayudar a conservar sus tradiciones, y de escuchar sus historias”, dijo durante el evento.
La comunidad Wixárika, históricamente llamada de forma errónea “huichol” (un término despectivo que significa “el que huye”), está demostrando que no huye, sino que evoluciona con dignidad, llevando su herencia a nuevas plataformas sin renunciar a lo que son.
Con iPads en mano y sabiduría en el corazón, los jóvenes están escribiendo el futuro desde la raíz.
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