Tec de Monterrey analiza el desarrollo de las infancias
Philip Fisher, visitó hace unos días el Tec de Monterrey para hablar sobre su investigación sobre desarrollo infantil
Tec de Monterrey analiza el desarrollo de las infancias. Imagen: Unsplash
El destacado psicólogo del desarrollo y director del Stanford Center on Early Childhood, Philip Fisher, visitó hace unos días México para participar en el Foro Internacional de Primera Infancia organizado por el Tec de Monterrey.
Fisher es reconocido internacionalmente por sostener que la investigación sobre desarrollo infantil se debe y se ha desplazado hacia territorios más amplios, más incómodos y más reveladores: economía, salud mental, clima, infraestructura de cuidado, desigualdad social, tecnología digital, biología del estrés…
“No puedes entender a un niño si ignoras la vida del adulto que lo cuida.”, explica Fisher. Esa oración, tan directa que parece obvia, rompe con décadas de programas académicos que han tratado la infancia como una esfera aislada, arreglable con talleres, folletos, capacitaciones o solamente con manuales de crianza.

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Para Fisher, la infancia no es un objeto de estudio: es una ecología. Y una ecología no se entiende mirando solo al organismo más pequeño, sino observando el sistema completo que lo contiene. El calor extremo que altera el sueño. El empleo precario que obliga a improvisar horarios. El estrés financiero domina las conversaciones del hogar. La contaminación que afecta la respiración de los niños. La falta de transporte que impide asistir a un centro de cuidado. El celular, que muchas veces sustituye la interacción humana. Todo eso —y no sólo las pruebas cognitivas— explica cómo se desarrolla un niño en su entorno social.
La imprevisibilidad es el enemigo
El especialista insiste en un punto que debería ser central en la formación de cualquier profesional de la infancia: el problema es la pobreza, pero sobre todo y la fluctuación constante, la inestabilidad crónica, la incertidumbre total. El académico lo resume así: “El problema no es cuánto dinero hay, sino que un mes puedes pagarlo todo y al siguiente no”.
Esa variabilidad, que él llama “unpredictability as toxic stressor”, se siente en el cuerpo como una agresión continua. La ciencia lo confirma. Estas oscilaciones desregulan el eje HPA, que es el sistema hormonal que controla el cortisol y las respuestas de alarma. Cuando eso ocurre, se altera el sueño del adulto, pero también el estado emocional del niño. La ansiedad de los cuidadores se convierte en ansiedad infantil días o semanas más tarde. La irritabilidad adulta se refleja en berrinches, miedos o conductas disruptivas.

Al respecto, durante su participación en el Tec de Monterrey, Fisher propuso un cambio de enfoque radical: dejar de preguntar qué deben aprender los padres para enseñarle a sus hijos y empezar a preguntar qué necesitan las familias para poder cuidar a sus integrantes más vulnerables. No es un giro semántico, sino estructural.
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Cuidar requiere ingreso estable, previsibilidad, transporte accesible, seguridad física, horarios humanos, acceso a salud, alimentación adecuada. Requiere sistemas que protejan al adulto, no que lo culpen. En ese contexto, propuso que los estudios universitarios que incorporan programas de estudio de la infancia se adapten constantemente, al ritmo que cambian las infancias mismas.
Autor: Juan Pablo Aguilar
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Philip Fisher, visitó hace unos días el Tec de Monterrey para hablar sobre su investigación sobre desarrollo infantil
