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Ante la llegada de herramientas de Inteligencia Artificial que son capaces de producir textos que simulan la redacción humana, como es el caso, de ChatGPT, las escuelas y universidades se enfrentan a un nuevo desafío, señaló Irving Hidrogo, director de innovación con tecnologías emergentes del Tecnológico de Monterrey.
“Nos enfrentamos a una nueva generación de inteligencia artificial que no solamente nos ayuda a procesar y a encontrar patrones como regularmente estamos acostumbrados con la inteligencia artificial, sino que nos ayuda a generar contenido original”, reflexionó Hidrogo.
Foto: Isaías Pérez
El pasado 30 de noviembre de 2022, la empresa de investigación de Inteligencia Artificial, OpenAI, lanzó ChatGPT, su prototipo de chatbot que se especializa en el diálogo. Cabe recordar que en diciembre pasado dicha herramienta se viralizó ya que tan sólo en cinco días, la herramienta gratuita consiguió un millón de usuarios.
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“El ChatGTP es parte de la tecnología llamada inteligencia artificial generativa. Este tipo de herramientas que, si bien son muy llamativas, empiezan a generar contenido, inclusive más rápido de lo que los seres humanos somos capaces de generarlo”, comentó
En ese sentido, destacó ChatGPT contiene más de 175 millones de parámetros y está entrenado con grandes cantidades de texto que puede generar resúmenes, código para una página web, un artículo, un guion para un texto de YouTube.
Para Irving Hidrogo dicha herramienta tendrá incidencia en todos los ámbitos relacionados con el conocimiento, pero especialmente en las aulas y en los procesos de aprendizaje, sin embargo, supone que será un reto para el profesorado y las universidades.
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“Son herramientas muy a la mano de los estudiantes por lo cual, si la forma de evaluación para los estudiantes se basa en la generación de ensayos y textos, puede haber un abuso de este tipo de tecnologías por parte de los estudiantes y por ende estar evaluando no realmente la síntesis y el conocimiento del estudiante sino lo que la inteligencia artificial le está otorgando”, dijo.
Más allá de tenerle miedo a las nuevas herramientas, comentó el académico, el trabajo de las instituciones académicas deberá centrarse en la generación de mejores modelos de evaluación, que permita a los profesores identificar este tipo de plagios.
Asimismo, comentó que lejos de prohibirlo o ponerle un bloqueo, las universidades deben estar preocupadas en enseñar a los estudiantes utilizar este tipo de herramientas de forma ética.
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