Orientación profesional: cuál es la clave para elegir tu carrera
La respuesta no siempre es sencilla de encontrar, pero la orientación vocacional puede ofrecerte un camino más certero
Foto: UnsplashPara Laura, la necesidad de combinar las aulas con el negocio familiar (y la falta de asesoría) la llevaron a ser una de las primeras alumnas del entonces flamante Instituto Tecnológico Superior de Escárcega.
En 2004, ella encontró una oferta de apenas dos carreras; lanzó una moneda al aire: se inscribió en Administración… La mala noticia es que nunca le gustó esta licenciatura.
Un panorama similar vive más del 80% de los nuevos profesionistas, para quienes una decisión equivocada se traduce en frustración, de acuerdo con el panel “Profesionalización en la prepa: exploración vocacional para el futuro”, organizado por Prepa Tecmilenio dos décadas después de que aquella adolescente en el sureste, en Campeche, perdiera su norte.
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Se trata de un problema multifactorial y de caras opuestas, enfatiza en entrevista la maestra Telma Ríos Condado, directora de Orientación Educativa de la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOAE) de la UNAM. Subraya que entran elementos como desigualdades sociales y hasta desidia.
“En muchos casos, cuando se debe llenar el pase reglamentado o la solicitud para un examen de admisión, existe un desconocimiento de las carreras universitarias y los estudiantes no se dan el tiempo para reflexionar sobre sus propios intereses y capacidades, o sobre los problemas de la sociedad”, admite la directora.
¿Por dónde empezar?
Aunque en general esta travesía arranca durante el bachillerato, quizá la etapa más recomendable para iniciar un trabajo sistemático con relación a este tema, opina la maestra Ríos Condado, es el último año de secundaria (educación básica).
“Es una buena oportunidad para que lo vayan tomando en serio; no debería ser una decisión que se dé de un día para otro. Es un proceso para ir madurando paso a paso”, añade la representante de la DGOAE.
Al margen del momento en el cual se emprenda de lleno la travesía hacia la gran elección, es crucial contemplar los ingredientes esenciales para una orientación vocacional efectiva: “Habilidades, intereses, motivaciones y valores del estudiante, así como el contexto familiar, el factor financiero, las oportunidades y escenarios laborales”, sostiene Pedro Álvarez, vicerrector de Bienestar y Formación de la Universidad La Salle México.
De este modo, la fórmula parece sencilla, al menos en el papel: al cabo de una profunda reflexión, el joven establece un propósito de vida, convencido de cómo desea trascender, y comienza su andar a través de un puente entre los estudios universitarios y la etapa profesional. Uno de alrededor de cuatro años y medio que desemboca en un campo laboral de cuatro décadas, advierte Ríos Condado.
Entonces entran los profesores, según Mariana Levet, directora de las Iniciativas de Impacto Social de iLab, pues su guía no se limita a aplicar exámenes. “Empujan a sus alumnos a ver en otras direcciones y los entrenan para volverse observadores de su entorno, además de que los retan y los hacen cuestionarse sobre cómo hacer la diferencia desde el presente con el fin de crear un mejor futuro”.
¿A quién hacerle caso?
Las circunstancias de Laura le pusieron por delante solo dos alternativas. En esa época, la oferta de la máxima casa de estudios superaba las 80 carreras; hoy, reúne 133 programas, distribuidos en cuatro áreas de conocimiento. Asimismo, está la variedad del IPN, la UAM y las entidades privadas, por ejemplo.
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“La disponibilidad varía por regiones y no significa que todas están al alcance de todos. Además, ahora existe muchísima información y los jóvenes pueden sentirse abrumados: buscan en distintos lugares, redes sociales, youtubers… No es precisamente información oficial de las instituciones”, acota Ríos Condado.
Mención aparte merece el núcleo familiar. Incluso cuando a Laura no le cortaron las alas, la consigna fue clara: el local comercial quedaría en sus manos. Indirectamente, dice que su decisión también se centró en ese mandato.
En la actualidad, menciona la vocera de la UNAM, esta influencia y hasta imposición de tradiciones familiares ha perdido fuerza, pero tampoco debería tratarse de caer en el extremo del desentendimiento.
“Antes no se dejaba hablar a los jóvenes, se imponía una decisión guiada por estereotipos, mitos y desconocimientos. Si bien eso aún existe, ya vemos mayor apertura de los padres. A ellos les pido que también se enteren, busquen fuentes oficiales y escuchen a sus hijos; no es decirles ‘te vas a morir de hambre’, es dialogar con ellos y preguntarles si ya pensaron dónde podrían trabajar o desarrollarse”, puntualiza.
Por otro lado, el modelo de educación tradicional ya no es la única vía para aspirar a un futuro prometedor. Es por ello que los especialistas entrevistados coinciden en la importancia de acercarse a voces experimentadas en las profesiones catalogadas como opciones por los estudiantes para conocer su experiencia, desafíos y logros en su campo de acción. Ello podría resultar esclarecedor para más de uno.
Asimismo, para los aspirantes, es válido “solicitar clases muestra en las facultades mapeadas, recurrir al acompañamiento psicólogo y realizar actividades extracurriculares para determinar mejor los intereses y aptitudes”, sugiere el vicerrector de Bienestar y Formación de la Universidad La Salle México, quien llama también a tener la apertura de explorar posibilidades no consideradas en un inicio… Porque es de sabios cambiar de opinión, ¿no?
Cambio de rumbo
Tres principales razones se esconden detrás del abandono de los estudios universitarios, expone Abismael Reséndiz, director nacional de Prepa Tecmilenio, que se define a sí misma como una preparatoria multicultural.
Las tres razones son: problemas económicos, dificultad para compaginar el rol de alumno con el de trabajador (sobre todo en semestres avanzados, en los que algunos logran ejercer desde su formación profesional) y, desde luego, una elección incorrecta.
“En nuestro caso, cada estudiante tiene un mentor asignado, quien ayuda a dar seguimiento a ese tipo de situaciones, y, si no es una carrera acorde con su orientación vocacional, hacemos lo necesario para su cambio. Es común que estos jóvenes, pese a abandonar la carrera, sigan estudiando”, cuenta Reséndiz.
Por otro lado, Levet precisa que, al disponer de tanta información y conocimiento, y no contar con un camino lo suficientemente claro, algunos no dan continuidad y prefieren cambiar o perseguir otros proyectos.
“En cambio, si encuentran una figura y una propuesta inspiradora, trascienden sus limitaciones iniciales, su impaciencia, y empiezan a aportar y crear porque están haciendo una diferencia en su comunidad”.
Con relación a las nuevas generaciones, emerge un factor adicional al rectificar la dirección del timón: la emergencia por COVID-19. Al vivir parte de sus procesos escolares desde casa, es posible percibir cierto rezago de conocimientos y hábitos de estudio, además de exigencia metodológica”, admite Álvarez.
De ese modo, ya no solo entra en juego la orientación vocacional, sino la sensación de no ser aptos para continuar. En este caso, aclara, son de gran valor las tutorías y programas de acompañamiento entre pares. Finalmente, “las posibles equivocaciones al elegir carrera son, más bien, búsquedas a profundidad por encontrarle un mayor sentido a su vida”.
Orientación: más allá de los indecisos
La orientación vocacional no es exclusiva para quien no sabe cuáles serán sus siguientes pasos. “Aunque a veces la ven como aburrida o como parte de una decisión muy lejana en el tiempo, les va a ayudar en su formación: les enseña a pensar, reflexionar, plantearse ideas, resolver problemas y buscar información”, recalca la maestra Ríos Condado.
Precisamente por este desarrollo de habilidades, es una herramienta que requiere mantenerse a la vanguardia. En la Universidad La Salle, por ejemplo, permiten a su comunidad responder el cuestionario de orientación vocacional en línea, con miras a reducir tiempos en la gestión y favorecer la aplicación.
“Llevamos a cabo asesorías individualizadas para identificar las opciones profesionales según sus necesidades y características particulares. Nuestro modelo educativo está basado en el acompañamiento, y la presencia de titulares vocacionales en cada grupo tiene la función, entre otras, de ayudarles a encontrar su lugar en la sociedad”, cuenta Álvarez.
La UNAM, entre los numerosos esfuerzos efectuados, también apuesta por una comunicación estrecha al conservar su ya conocido “Orientatón” en modalidad virtual, aunado a las constantes actualizaciones en su portal UNAMOrienta y al programa “El estudiante orienta al estudiante”, potenciado “porque la brecha generacional es corta y entre ellos se pueden hablar con mayor confianza, se entienden muy bien y se apoyan”.
En tanto, Prepa Tecmilenio reforzó su plan de estudios con Rutas de Exploración para favorecer la toma de decisiones informadas y brinda un acompañamiento apreciativo, basado en psicología positiva, más allá de los clásicos test, detalla Reséndiz.
“Sí se hacen, pero el proceso de elección está basado más en un final trascendental para los jóvenes: su propósito de vida”, subraya.
Así, con estos nuevos enfoques personalizados y planteados en torno a un bienestar integral, instituciones de niveles medio y superior pretenden a toda costa combatir ese alto porcentaje de universitarios arrepentidos y resignados en el país. Para que la siguiente Laura elija una carrera con la cual se sienta plena, ayude a otros y contribuya a la sociedad y al desarrollo de México.
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