Foto: EL UNIVERSAL
En el ámbito político, la elección de palabras es crucial. Una palabra mal empleada en un momento delicado, puede demoler trayectorias enteras. Por eso es indispensable responder esta pregunta: ¿se dice “la presidente” o “la presidenta”? Si te lo preguntas, no estás solo. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), esta es una de las dudas más recurrentes en las últimas semanas.
Luego de que llega a presidencia de México la primera mujer, Claudia Sheinbaum Pardo, quien toma protesta como Jefa del Estado este 1 de octubre.
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De acuerdo con el divulgador de linguística e influencer, Adrián Chávez, las personas pueden pensar que no se utiliza la palabra “presidenta”, porque no se utiliza la palabra “cantanta” o “estudianta”, y dado que “presidenta” viene del verbo “presidir”, entonces el término no parece tener sentido.
Sin embargo, explica Chávez, hay otros términos como “dependienta” que a nadie escandalizan, aunque también se deriven de verbos que desde la perspectiva conservadora también deberían ser problemáticos, como “depender”. “La indignación es selectiva” afirma Chávez, refiriéndose a que la postura conservadora sólo se alarma frente a ciertos términos y no frente a otros.
Las reglas siempre tienen excepciones. En cuestión del lenguaje, esta afirmación es aún más cierta, pues cuando las excepciones se vuelven muy comunes, entonces se vuelven parte de la regla. En otras palabras: el uso del lenguaje es en parte lo que determina qué es y qué no es “correcto”.
En este sentido, la RAE aclara que aunque “presidente” puede usarse para referirse a cualquier género (“el o la presidente”), hoy en día se prefiere el femenino “presidenta” cuando se refieran a una mujer. El uso del término ni siquiera es nuevo, pues está documentado en español desde el siglo XV. Además, su registro en la academia de la lengua ocurrió desde 1803, de acuerdo con la RAE.
La acepción de “presidenta”, según el registro de la RAE y la Academia Mexicana de la Lengua, es mujer que preside; cabeza de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, y jefa del Estado.
Más allá del registro en la RAE, la historia y el uso que valida el uso del término “presidenta”, también puede considerarse que utilizar ese término es reconocer y visibilizar el papel de las mujeres en la política.
En un artículo sobre feminización y acercamiento inclusivo al lenguaje, Gerardo Álvarez y Andrea Álvarez Díaz, doctores en linguística y antropología social respectivamente, sugieren que se debe ponderar la demanda de modificación del lenguaje en cuanto a su género gramatical y coherencia contextual, para reconocer el aporte de las reivindicaciones del movimiento feminista en la obtención de derechos sociales.
El uso de femenino para referirse a profesiones puede encontrarse desde el español medieval. En El Libro del Buen Amor (1330-1343), del Arcipreste de Hita, ya se hacen distinciones de género como “pastor/pastora”, “aldeano/aldeana”, “labriego/labriega”, lo que hacen pensar que esos términos eran absolutamente normales en la lengua española medieval.
En este sentido, el uso del femenino para el término es más importante que la corrección lingüística, pues usar el masculino en un caso donde quien preside es una mujer, parecería insensible a las luchas históricas por la igualdad de género y la diversidad en la sociedad contemporánea. Entonces, sí: por cualquier lado que se le mire, se debe decir “presidenta”.
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