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A través de la educación socioemocional las niñas y niños adquieren herramientas que les permitan entender y regular sus emociones. Sin embargo, las y los docentes no siempre pueden brindarles el acompañamiento emocional necesario, debido a la carga de trabajo que tienen.
Durante su participación en las Jornadas de Pedagogía organizadas por la IBERO, la Dra. Mariana Romero Andrade, señaló que “el exceso de actividades académicas y administrativas en las y los docentes” de escuelas públicas ocasiona que la enseñanza de habilidades socioemocionales sea “impartida como una formación racional de conceptos emocionales” y no se profundice en ellas.
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Al dictar su conferencia ‘Convivencia y desarrollo socioemocional’, la académica dijo que las niñas y los niños que provienen de comunidades vulnerables, violentas y con pobreza suelen encontrar en sus escuelas “un oasis resiliente”, siempre que su proceso se acompañado por sus maestras y maestros.
Para ello, el profesorado, debe acatar líneas del trabajo emocional como dar motivación a sus estudiantes y no mostrar emociones como enojo o tristeza.
Además, explicó que durante la niñez es más fácil lidiar con “el enojo, la angustia, el dolor, la violencia y el abandono”, cuando las niñas y niños sienten que una persona adulta empática les brinda apoyo para reflexionar sobre lo que viven.
O tal como indica en su propia definición sobre ‘educación socioemocional en la vida cotidiana escolar’, las niñas y niños deben recibir “un acompañamiento sin fórmulas, en un sentido pedagógico a partir del encuentro amoroso, asociado a significar las vivencias cotidianas como experiencias”, para elaborar una comprensión “de sí mismos, de las interrelaciones con los demás, así como de contenidos escolares”.
La psicóloga también dijo que, como parte de su labor, las y los maestros “hacen inmensas cantidades de trabajo emocional”, aunque realizarlo de manera conjunta con más docentes les ayuda, pues tienen un reflejo de lo que viven.
Una manera de hacerlo posible es mediante las reuniones de consejo técnico, pues si bien ese espacio suele ser para hablar sobre cómo implementar “las políticas, los contenidos” y demás, también pueden utilizarse para que los y las académicas “se desahoguen, se comprendan, se acompañen”; porque de esa manera cada profesor/a pueda decir “quién es, cómo está y cómo va con sus estudiantes”.
De igual manera, la Dra. Romero Andrade puntualizó que la comunidad docente podrá dar acompañamiento emocional a sus estudiantes siempre que trabaje primero en sus emociones. Para ello es importante que en su vida diaria les den un nombre, las visibilicen y también “hablarlas desde uno mismo con los demás”.
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