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Así es como egresado del Tec busca empoderar a personas con brazos biónicos

Existen prótesis de brazos que lanzan llamas o de titanio reforzado. Pero las personas que han perdido una extremidad no quieren nada de eso, para ellas el verdadero sueño es volver a ser autosuficientes.

El equipo de BioGrip, quienes desarrollan tecnologías de asistencia de última generación, entendieron esto:

“Nosotros no hacemos prótesis, hacemos extremidades artificiales que empoderan y les devuelven a nuestros usuarios su independencia”, dice Alan Hernández Talavera, CEO de la startup.

Conocer las necesidades

BioGrip nació en 2019 para hacer brazos biónicos con movilidad independiente de dedos. Y son las extremidades artificiales le dan al usuario la capacidad de hacer movimientos de alta precisión.

Pero las personas detrás de BioGrip son sensibles al tema de la discapacidad porque lo vivieron en carne propia:

Israel González, fundador de BioGrip, tuvo una infección a nivel neuronal que le hizo perder funciones como el habla y la movilidad.

Y el CEO de la marca e ingeniero en biotecnología del Tec de Monterrey vio a su mamá rehabilitarse después de un tumor en la cabeza.

“Volver a tomar un objeto de la mesa le tomó mucho tiempo, tenía que entrenar la percepción del espacio”, cuenta.

Ahí nace el buscar empoderar a personas con brazos biónicos.

¿Cómo funcionan los brazos biónicos?

Estos sistemas permiten recuperar la movilidad de personas con discapacidad utilizando sensores que detectan los músculos del antebrazo y hombros de las personas en minutos, a partir de lo que se adapta la prótesis.

De esta manera, las personas pueden mover los dedos, muñecas y codos de las prótesis sin necesidad de conectar alguna tecnología neuronal.

“Todo está pensado para que recupere su independencia. De hecho, aunque la persona tenga ambos brazos amputados puede ponerse y quitarse solo las extremidades”, dice Alan Hernández.

Además, trabajan directamente con las personas que requieren una extremidad artificial, dentro de la empresa se les conoce como asesores. Y gracias a ellos también han afinado diversos procesos y mejoras.

“Aunque la persona tenga ambos brazos amputados puede ponerse y quitarse solo las extremidades”.

El proceso de tener brazos inteligentes

El proceso de creación de las extremidades artificiales de BioGrip comienza con lo más importante: la historia de los pacientes.

“Tenemos que conocer la historia del usuario, quién es, qué pasó, cómo pasó, si ha tenido otros dispositivos, cuáles son las dificultades a las que se enfrenta”, describe Alan.

Además de la valoración médica, el equipo ahora incluye una psicológica, para saber si sus usuarios son aptos para recibir el brazo.

“Nos hemos dado cuenta que el paciente debe estar en una cierta etapa de resignación. El duelo ya tuvo que haber pasado porque no se trata simplemente de reemplazar el brazo que perdió”, explica.

Después, se hace una valoración al área del muñón, donde se revisa si el tejido es viable.

También se mide la fuerza de las señales mioeléctricas que el paciente envía del cerebro a los músculos de su muñón.

“Nuestro brazo funciona a través de estas señales y es vital ver la fuerza para conocer si el impulso eléctrico es capaz de generar movimientos”, detalla.

La fuerza se mide a través de un brazo genérico que se conecta a través de cables, de una base estática, al muñón.

Si la valoración es exitosa el siguiente proceso es el escaneo 3D, donde se mide cada detalle del muñón para diseñar un guante cómodo y preciso que conecte la piel con el brazo de BioGrip.

Por último, se hace una calibración del equipo con una primera versión completa del brazo y a partir de ahí se afina el aparato.

El dispositivo cuenta con inteligencia artificial que aprende más según el uso: identifica la intensidad de la fuerza y aprende a detectarla aunque sea leve. Memoriza y afina las acciones que realiza el usuario.

En el futuro, BioGrip busca que este proceso puede ser remoto, con un programa de escaneo desde el celular.

Rehabilitación en tiempo récord

La mayoría de las prótesis tiene un tiempo de rehabilitación de hasta un año, explica Alan. Pero en BioGrip esto sucede desde la primera vez que se conecta el paciente al brazo estático de prueba.

“A los 5 minutos ya toman un huevo y a los 15 ya son capaces de tomar tornillos pequeños y meterlos en un vaso”, dice.

El aprendizaje es sencillo porque los usuarios se pueden colocar solos el dispositivo, tiene todos los rangos de movimiento de un brazo normal y movimientos independientes de dedos.

Y aunque los brazos tienen una vida de cinco años, la startup trabaja con un modelo de suscripción que aseguran, reduce el costo para los clientes hasta en un 70% de otros modelos.

Actualmente, BioGrip cuenta con programa filantrópico para entregar 100 dispositivos a personas que no tienen acceso a tecnología.

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Aura Pérez

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